Hoy mi post versará sobre una de mis grandes pasiones. Tengo que hablaros del último libro que he leído de Oliver Sacks, un neurólogo que a través de sus trabajos clínicos ha tratado entre otros temas el de la neurolingüística. Esta obra se titula Veo una voz y nos cuenta la investigación que realizó Sacks sobre el mundo de las Personas Sordas,y su lengua, la de signos.
Hace unos años estudié los tres niveles de Lengua de Signos que se imparten, previo pago, en las asociaciones de Personas Sordas. Esta lengua es como la nuestra oral o escrita, un conjunto de signos lingüísticos, significante y significado, arbitrarios. En contra de lo que mucha gente piensa, no se trata de señas más o menos simbólicas y universales, ni por supuesto de una transliteración de la lengua oral. Sobre todo no es universal: todo lo contrario. La lengua de signos, debido al aislamiento que han sufrido las comunidades y Personas Sordas a lo largo de la historia, es de una variedad casi local (existen diferencias entre la lengua de Lugo y la de Vigo, por ejemplo). Naturalmente una Persona Sorda gallega se entenderá con una valenciana, pero no sin ciertas dificultades. Por supuesto existe una Lengua de Signos universal que hoy gracias a la mejora en la educación, internet (bendito internet!) y demás tecnologías cada vez conoce más gente.
Para un oyente, la mayor dificultad radica en la expresión facial que es con lo que se suple la entonación. De hecho las primera clases de Lengua de Signos consisten en aprender a perder el miedo al ridículo y gesticular durante horas para expresar enfado, odio, placer, desencanto.....Bien, os podéis imaginar.
Centrándome de nuevo en el libro de Sacks, este viaje al país del silencio, como todos los que emprende el autor, será una jornada llena de descubrimientos. Y conoceremos así la historia de las Personas Sordas, los estragos que han causado los «oralistas», los defensores del lenguaje oral frente al de señas, y, para mí el episodio más apasionante, conoceremos de la existencia de una comunidad que existió durante más de dos siglos en Martha's Vineyard, Massachusetts, y en la que había una forma de sordera hereditaria, y como consecuencia,todos aprendían a hablar por señas. Y así, los que podían oír eran «bilingües», y podían pensar y hablar de viva voz y también en el lenguaje de señas, y había un intercambio libre y pleno entre oyentes y sordos.
Y como consecuencia de todo ello, a raíz de la investigación de las capacidades cognitivas de los sordos pre-lingüísticos se abrirá de nuevo el eterno debate: ¿es la capacidad del lenguaje innata o adquirida? ¿está antes el lenguaje o el pensamiento?
No existe una respuesta definitiva como podéis imaginar. Se trata de un tema demasiado complejo. Sin embargo, en la obra de Sacks se puede atisbar una inclinación hacia las teorías de Noam Chomsky:
...el idioma es una suerte de computadora que funciona de manera automática, como los procesos de asociación antes de pensar. Chomsky plantea la teoría de que el niño tiene una programación genética para el aprendizaje de su lengua materna, desde el instante en que las normas para las declinaciones de las palabras, y la construcción sintáctica de las mismas, están ya programadas genéticamente en el cerebro. Lo único que hace falta es aprender a adaptar esos mecanismos gramaticales al léxico y la sintaxis del idioma materno, que, en el fondo, es una variante de una gramática que es común para todas las lenguas.
En la obra también se tratan los casos de quienes nunca aprendieron un lenguaje, desde los famosos Kaspar Hauser (hay película) y el niño salvaje de Aveyron hasta otros muy recientes. Realmente nos invita a reflexionar.
Como siempre os recomiendo fervientemente la obra de Sacks (a los guionistas americanos les encantan. Ya he reconocido historias en House, CSI, la película de Despertares está basada en su libro, del mismo título).