domingo, 21 de marzo de 2010

Peter Singer

Buf...hacía días ya que no escribía nada...He pensado escribir acerca del debate taurino en Cataluña, aunque ya sabéis de qué lado estoy, o de los abusos que le salen a la Iglesia Católica de debajo de los faldones( ¿Ha habido manifestaciones por los derechos de esos niños?).....Pero no. Hoy vuelvo a la filosofía.

El verano pasado, Dani y yo leímos un libro de Peter Singer titulado Somos lo que comemos. Singer, que tiene muchísimos detractores, es un filósofo utilitarista australiano. A grandes rasgos el utilitarismo es un marco teórico para la moralidad, basado en una maximización cuantitativa de consecuencias buenas para una población. La moralidad de cualquier acción o ley viene definida por su utilidad para la humanidad. Utilidad es una palabra que significa que las consecuencias positivas deben estar maximizadas. Estas consecuencias usualmente incluyen felicidad o satisfacción de las preferencias. El utilitarismo es a veces resumido como "el máximo bienestar para el máximo número de personas". En resumen, el utilitarismo recomienda emplear métodos que produzcan más felicidad o aumenten la felicidad en el mundo. Habría mucho que matizar a la hora de debatir entre los pros y los contras de esta corriente. Y, la verdad, yo le encuentro más pros...con lo que no puedo debatir sola.

Singer es controvertido principalmente por su concepción de la vida y de la muerte y su postura ante la vida que nosotros acostumbramos a llamar animal. En 1975 publicó Animal Liberation donde propone una ética que, partiendo del hombre, se dirija también hacia el resto de los animales, atacando lo que él llama "especismo" o creencia en la superioridad de una especie (en este caso el hombre) sobre el resto. La ética práctica de Singer abarca desde temas tan polémicos como abogar por un trato ético a los animales, el aborto, la eutanasia, la pobreza y distribución de ingresos, entre otros.

Consecuentemente, Singer es un vegano convencido. En Somos lo que comemos nos presenta a tres familias que siguen tres tipos de dietas: casi exclusivamente carnívora (la familia reside en EEUU), vegetariana y vegana. No demoniza a los no veganos ni mucho menos. Singer es consciente de todas las dificultades tanto culturales como económicas a la hora de tomar la última opción. Pero pide que tengamos una ética alimenticia, es decir, que los que comemos carne o productos animales nos rebelemos ante las condiciones en las que se cría a los mismos: de nuevo, su visión es la EEUU. Afortunadamente en Europa el tema está más regulado que allí. Pero aún así tenemos, por ejemplo, la opción de comprar huevos etiquetados como "gallinas criadas en el suelo" en lugar de los poco más baratos de gallinas criadas en jaulas.

Yo soy omnívora. No es que coma mucha carne. Pero sí como huevos, leche, queso...Cuando leo a Singer me siento fatal, la verdad. Sus tesis son absolutamente impecables. Sólo sé que dejaría de comer productos cárnicos si algún día llegase a ser autosuficiente.....No sería capaz nunca de comer a un animal criado en casa. Llamadme sibarita. No tengo excusa, no me comporto coherentemente cuando como carne "despersonalizada"....

Otro día os contaré más temas de la ética de Singer.

Ah y a quien no le guste o no tenga tiempo a leer, le dejo este trailer de Food INC, un documental que circula por la red totalmente imprescindible.



3 comentarios:

Chousa da Alcandra dijo...

Ti ves sendo da mesma "estirpe" ca miña nena: Tapouco comería ningún bico criado na casa nin de coña!.
No entroido pasado tocoume -nun sorteo que fixo unha das carrozas- un año. Pois segue indultado coas ovellas da miña veciña...e xa non sei se terei que pagarlle polo aloxamento e manutención ou, directamente, agasallarllo.

Agora vou ver o video.

Bicos carnívoros!

HADEX dijo...

Pois sí Chousa. Cando eu era pequena pasou varias veces na miña casa. O meu pai que a pesar de haber sido criado en tempos duros acostumado dende neno a comer o que había na casa, cando tivo a ocasión de non facelo......Lembro dúas pombas que nos regalara o pai dunha amiga para "facer con arroz"....As pombas viviron moito tampo no taller de carpintaría do meu pai...ata que se foron libres por aí.....O mesmo a primeira vez que a miña nai cociñou un polo criado na casa...Nin eu nin o meu pai o puidemos comer....Cando meu irmán criaba coellos para comer nunca os comimos e odiarei sempre aquel día en que miña nai me obrigou a despelexar un deles......E así sucesivamente....

A nena do paraugas dijo...

Na miña opinión, calquera cousa levada ao extremo non é boa. Moitas veces, no patio de recreo, cando as crianzas pequenas se ensañan coas pólas dun par de árbores que hai alí, o único que se me ocorre dicirlles é "Que sentirías ti se che dese agora un tirón de orellas ou de pelo? Pois á árbore tamén lle doe". E quedan mudas.
No de comer animais criados na casa, pasa un pouco o mesmo, pero creo que hai cousas que están aí, que son precisas e a pesar de que o día que se mata un porco fuxo o máis lonxe que podo (non soporto os berros nin a presenza do sangue), recoñezo que se as familias do rural non tivesen a posiblidade de criar un, de ter unhas pitas e uns coellos, alimentados coas berzas da horta e demais, mal lle tería ido. Na casa de meu pai eran moitos irmáns e as ceas ás veces consistían nun caldo feito co óso do xamón, repetidas veces cocido, un pouco unto, dúas patacas e unha cebola. O resto do porco vendíase. E o leite e o becerro que criaba a vaca tamén.
Non digo máis nada, que me enredo.