Dice Xosé Luis Meilán en La Voz de Galicia
“En las campañas electorales se pronuncian muchas palabras. Se elogia tener palabra. No significa solo capacidad de conectar con el auditorio en cada momento. También la de transmitir la confianza que desprende la sinceridad con que se pronuncia el discurso y la convicción de que lo propuesto puede hacerse real. Esta es, en gran medida, la fuerza de la ola creciente de Obama en las primarias de Estados Unidos, manifestada en once victorias consecutivas y expresada en su ya mítico: «Yes, we can».
El inspirador discurso del senador afroamericano no se basa en la confrontación. Expresa la convicción de que «somos -en plural- el cambio que buscamos», que implica un acabar con la confrontación como sistema, trabajar juntos por el país, en lo que incluye el acuerdo con los republicanos. Dicho en unas elecciones dentro de su propio partido, podría parecer políticamente incorrecto. Contribuye a hacer creíble el sueño americano que propone. Se explica también porque no habla solo para unos incondicionales partidarios, enclaustrados en mítines excluyentes. En parte, el éxito de Obama descansa en el número de independientes que ha atraído su estilo y su mensaje.”
Por oratoria entendemos: Arte de hablar con elocuencia para persuadir o convencer a un auditorio. Naturalmente, tan o más importante es la forma como el contenido. Recuerdo cuando traduje en primero de filología las Catilinarias cómo me iba atrapando Cicerón desde su Quosque tandem abutere, Catilina, patientia nostra? quam diu etiam furor iste tuus nos eludet? quem ad finem sese effrenata iactabit audacia? En este caso, era el contenido el que me impactaba...
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